Los trabajadores chinos podrían disfrutar muy pronto de vacaciones remuneradas, ya que el Gobierno está estudiando un borrador de una nueva regulación laboral y ha pedido la opinión de la ciudadanía AL RESPECTO, según informa hoy en su web el periódico 'Shanghai Daily'.
Hasta ahora, y aunque la necesidad de contar con vacaciones pagadas se lleva estudiando desde 1991 y el país cuenta con una ley laboral que defiende su existencia desde hace 12 años, la ausencia de una regulación específica ha impedido su aplicación.
La nueva norma afectaría por el momento a los funcionarios públicos y trabajadores de empresas. La Oficina de Asuntos Legales, dependiente del Consejo de Estado, abrió ayer un plazo para atender una consulta pública sobre el asunto.
EUROPA PRESS
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Sin embargo, y a pesar de tratarse de un importante avance en los derechos de los trabajadores chinos, la medida no incluye cambios drásticos, ya que durante los diez primeros años de vida laboral el empleado sólo tendrá derecho a cinco días de vacaciones pagadas. Pasada la década, disfrutará de diez días, y tras 20 años trabajando, podrá llegar al límite previsto, 15 días.
El diario aclara que no es necesario haber trabajado siempre para el mismo empleador, con un año bastará, aunque no especifica si el cómputo de años se realizará desde la entrada en vigor la ley o según la vida laboral de cada ciudadano.
Además, los empleadores no podrán ofrecer como días pagados las ya existentes tres "semanas doradas" de vacaciones (en realidad, tres días que se suman a otros cuatro correspondientes a dos fines de semana con ocasión del Año Nuevo Chino, el Día del Trabajo y el Día Nacional).
Establecidas al principio de esta década, las "semanas doradas" han hecho correr ríos de tinta, ya que aunque inicialmente se consideraron una gran idea que permitía a los chinos viajar por el país y, de paso, aumentar el consumo interno, en los últimos años las críticas se han multiplicado por el colapso creado por los turistas. El flujo de viajeros es tal en el periodo que las comunicaciones e infraestructuras nacionales no pueden absorber la demanda, los precios se disparan y muchos empiezan a optar por quedarse en casa. La aprobación de una norma específica que establezca el número de vacaciones contribuiría, pues, a acabar también con este debate.
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