http://www.rtve.es/mediateca/videos/20081008/fabricante-los-vaqueros-lois-cimarron-caroche-caster-echa-cierre/309788.shtml
El grupo textil Sáez Merino prepara un despido colectivo en sus principales marcas que puede afectar a 1.196 trabajadores
EUGENIO MALLOLVALENCIA.- El textil está siendo uno de los paganos de la apertura del mercado mundial y, muy especialmente, del estrechamiento de las relaciones comerciales entre la Unión Europea y el sureste asiático, con China como gran potencia emergente. El caso de la empresa valenciana Sáez Merino, que comercializa marcas como Lois o Caroche y planea despedir a 654 trabajadores, va camino de convertirse en el gran icono, un referente, del ajuste al que se está viendo obligado el sector en España.
El Centro de Información Textil y de la Confección, en cuyos informes se basa el Consejo Intertextil, estima que al cierre de 2005 el número de trabajadores del sector en toda España asciende a 223.800 personas, 20.000 menos que un año antes y 35.000 por debajo de 2003.
Si el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Valencia, que conoce el procedimiento concursal (antigua suspensión de pagos) de Sáez Merino, aprueba el ERE (Expediente de Regulación de Empleo) en los términos propuestos por la empresa, en apenas un año y medio el grupo textil nacido en la década de los 30 del pasado siglo habrá destruido 1.196 puestos de trabajo.
En la Comunidad Valenciana ya se compara este despido colectivo con otros casos emblemáticos, desde el gran cataclismo que supuso el cierre de Altos Hornos del Mediterráneo en Sagunto, tales como Marcol, Lanas Aragón o Pascual Hermanos.
Sin embargo, el caso de Sáez Merino tiene además algo de simbólico, al representar la impotencia de un sector, como el textil, que en boca del presidente de su patronal autonómica, Javier Aparicio, quiere salvarse por la vía legal y con ayuda de la Administración, pero ve cada vez más difícil hacerlo sin destruir empleos.
El plan de Lois define a la perfección el extremo de las empresas que tiran la toalla. Bajo el epigrama de «plan de viabilidad» propone un Expediente de Regulación de Empleo que reduce su plantilla a 259 trabajadores (a los que quiere congelar el sueldo en 2006 y 2007) y traslada toda la actividad del grupo a una sola planta, en Benaguacil (Valencia), «convertida en sede no industrial».
Todo el proceso de producción desaparece. La filial Sáez Merino Textile pasa de 258 a 15 empleados, lo que supone el cierre de sus plantas de tejido de Cheste (Valencia) y de Segorbe (Castellón).En Sáez Merino Sewing, sólo continúan 76 de sus actuales 404 trabajadores, todos ellos en Benaguacil.
La compañía fundamenta la decisión de abandonar toda actividad industrial en «causas económicas y productivas que se concretan en una caída de ventas desde 2002 y, sobre todo, en una situación de pérdidas desde 2004, todo ello derivado de la imposibilidad de competir en los mercados nacional e internacional contra la expansión de productos textiles de bajo coste».
De hecho, y según la explicación que ha dado la propia empresa, «el año pasado, pese a ir precedido de un Expediente de Regulación de Empleo que supuso la extinción de 542 empleos, el resultado consolidado antes de impuestos arrojó unas pérdidas en la cuenta de explotación de 14,1 millones de euros».
EUGENIO MALLOLVALENCIA.- El textil está siendo uno de los paganos de la apertura del mercado mundial y, muy especialmente, del estrechamiento de las relaciones comerciales entre la Unión Europea y el sureste asiático, con China como gran potencia emergente. El caso de la empresa valenciana Sáez Merino, que comercializa marcas como Lois o Caroche y planea despedir a 654 trabajadores, va camino de convertirse en el gran icono, un referente, del ajuste al que se está viendo obligado el sector en España.
El Centro de Información Textil y de la Confección, en cuyos informes se basa el Consejo Intertextil, estima que al cierre de 2005 el número de trabajadores del sector en toda España asciende a 223.800 personas, 20.000 menos que un año antes y 35.000 por debajo de 2003.
Si el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Valencia, que conoce el procedimiento concursal (antigua suspensión de pagos) de Sáez Merino, aprueba el ERE (Expediente de Regulación de Empleo) en los términos propuestos por la empresa, en apenas un año y medio el grupo textil nacido en la década de los 30 del pasado siglo habrá destruido 1.196 puestos de trabajo.
En la Comunidad Valenciana ya se compara este despido colectivo con otros casos emblemáticos, desde el gran cataclismo que supuso el cierre de Altos Hornos del Mediterráneo en Sagunto, tales como Marcol, Lanas Aragón o Pascual Hermanos.
Sin embargo, el caso de Sáez Merino tiene además algo de simbólico, al representar la impotencia de un sector, como el textil, que en boca del presidente de su patronal autonómica, Javier Aparicio, quiere salvarse por la vía legal y con ayuda de la Administración, pero ve cada vez más difícil hacerlo sin destruir empleos.
El plan de Lois define a la perfección el extremo de las empresas que tiran la toalla. Bajo el epigrama de «plan de viabilidad» propone un Expediente de Regulación de Empleo que reduce su plantilla a 259 trabajadores (a los que quiere congelar el sueldo en 2006 y 2007) y traslada toda la actividad del grupo a una sola planta, en Benaguacil (Valencia), «convertida en sede no industrial».
Todo el proceso de producción desaparece. La filial Sáez Merino Textile pasa de 258 a 15 empleados, lo que supone el cierre de sus plantas de tejido de Cheste (Valencia) y de Segorbe (Castellón).En Sáez Merino Sewing, sólo continúan 76 de sus actuales 404 trabajadores, todos ellos en Benaguacil.
La compañía fundamenta la decisión de abandonar toda actividad industrial en «causas económicas y productivas que se concretan en una caída de ventas desde 2002 y, sobre todo, en una situación de pérdidas desde 2004, todo ello derivado de la imposibilidad de competir en los mercados nacional e internacional contra la expansión de productos textiles de bajo coste».
De hecho, y según la explicación que ha dado la propia empresa, «el año pasado, pese a ir precedido de un Expediente de Regulación de Empleo que supuso la extinción de 542 empleos, el resultado consolidado antes de impuestos arrojó unas pérdidas en la cuenta de explotación de 14,1 millones de euros».
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